domingo, 25 de enero de 2015

Slavoj Zizek - La Urgente Necesidad de una victoria de SYRIZA en Grecia

original en inglés publicado el 22 de Enero de 2015 en http://inthesetimes.com/article/17561/zizek_greece_syriza

Solo un quiebre de la Unión Europea por parte de Grecia puede salvar lo que merece la pena del legado europea: La democracia, la confianza en la gente, y la solidaridad igualitaria.





Quienes critican nuestra democracia institucional se quejan a menudo de que por norma las elecciones no ofrecen una elección verdadera. Lo que tenemos es a lo sumo una elección entre un partido de centro-derecha y otro de centro-izquierda cuyos programas son prácticamente indistinguibles. El próximo domingo, 25 de Enero, no será el caso. Como el 17 de Junio de 2012, los votantes griegos se están encontrando ante una verdadera elección: El sistema a un lado; SYRIZA, la coalición radical de izquierdas, al otro.

Y como es casi siempre el caso, tales momentos de verdadera elección llevan al pánico al sistema. Pintan una imagen de caos social, pobreza y violencia si vence la elección equivocada. La mera posibilidad de que gane Syriza ha contagiado con oleadas de temor a los mercados alrededor del mundo. Como es habitual en estos casos, la prosopopeya ideológica halla su apogeo: los mercados han empezado a "hablar", como si fueran seres vivos, expresando su "preocupación" acerca de lo que sucederá si las elecciones no envían al poder a un gobierno que continúe con el programa de austeridad fiscal.

Existe un ideal que está emergiendo gradualmente de la reacción del establishment europeo ante la amenaza de una victoria de Syriza en Grecia, un ideal que ha resumido mejor que nadie el título del comentario de Gideon Rachman en el Financial Times: "El eslabón más débil de la eurozona son los votantes". En el mundo ideal del sistema, Europa se libra de su "eslabón más débil" y los expertos obtienen el poder para imponer directamente las medidas económicas necesarias; si las elecciones se producen siquiera, esto no se debe más que a su función como confirmación del consenso de los expertos.

Desde esta perspectiva, las elecciones griegas no pueden sino parecerles una pesadilla. Así que, ¿cómo se puede evitar esta catástrofe? El mecanismo obvio sería devolverle a los votantes griegos el miedo que ellos sienten, "¿creéis que estáis sufriendo ahora? No habéis visto nada todavía, esperad a la victoria de Syriza, ¡y echaréis de menos la bendición que han sido estos últimos años!".

Las alternativas son o bien Syriza saliéndose (o siendo expulsada) de la Unión Europea con consecuencias impredecibles, o un "compromiso lioso" en el que ambos bandos moderan sus demandas. Lo cual genera otro miedo: no el miedo a una conducta irracional de Syriza tras la victoria, sino al contrario, el miedo a que Syriza acepte un compromiso lioso racional que decepcione a los votantes, de tal modo que el descontento continúe, pero esta vez sin encontrarse regulado y moderado por Syriza.

¿Qué espacio de maniobra tendrá el gobierno dirigido por Syriza? Parafraseando al presidente Bush, uno sin duda no debería subestimar el poder destructivo del capital internacional, especialmente cuando se combina con el sabotaje de la burocracia estatal corrupta y clientelista en Grecia.

Bajo tales condiciones, ¿puede un nuevo gobierno imponer con eficacia cambios radicales? La trampa que aquí acecha es visible claramente en el "Capital en el Siglo XXI" de Thomas Piketty. Para Piketty, el capitalismo debe ser aceptado como el único sistema posible, de modo que la única posibilidad factible es permitir a la maquinaria capitalista trabajar en su esfera e imponer la justicia igualitaria políticamente, a través de un poder democrático que regule el sistema económico y haga cumplir la redistribución.

Tal solución es utópica en el sentido estricto del término. Piketty es plenamente consciente de que el modelo que propone solo funcionaría si lo hiciera globalmente, más allá de los confines de las naciones-estado (de otro modo el capital huiría hacia los estados con impuestos más bajos); tal medida global requeriría un poder global ya existente que tuviera la capacidad y la autoridad para que funcionara. Sin embargo, tal poder global es inimaginable dentro de los confines del capitalismo global actual y los mecanismos políticos que involucra. En pocas palabras, si tal poder existiera, el problema básico ya hubiera sido resuelto.

¿Qué medidas añadidas necesitaría la imposición global de impuestos propuesta por Piketty? Por supuesto la única manera de acabar con este círculo vicioso es sencillamente cortar el nudo gordiano y actuar. Nunca existen las condiciones perfectas para un acto; todo acto por definición sucede demasiado pronto. Pero uno tiene que empezar en algún lugar, con una intervención en particular; lo que se ha de tener en mente son las complicaciones derivadas a las que llevará ese acto.

Y, ¿qué hacer con la inmensa deuda? La política europea hacia los países gravemente endeudados como Grecia es la de "extender y fingir" (aumentar el plazo de devolución, fingiendo que todas las deudas se pagarán algún día). ¿Por qué es tan persistente la ficción del reembolso de la deuda? No es solo que esta ficción haga más aceptable a los votantes alemanes ampliar la deuda; no es solo que el perdón de la deuda griega pudiera llevar a peticiones similares de Portugal, Irlanda o España. Es que los que están en el poder, no quieren que se pague la deuda.

Los guardas y proveedores de la deuda acusan a los países endeudados de no sentir suficiente culpa. Se les acusa de sentirse inocentes. Su presión encaja perfectamente en aquello que el psicoanálisis llama superego. La paradoja del superego es que, como Freud vio claramente, cuanto más obedecemos sus demandas, más culpables nos sentimos.

Imagina un despiadado profesor que encarga tareas imposibles a sus alumnos, y que luego se burla sádicamente al contemplar su pánico y su ansiedad. El verdadero objetivo de prestarle dinero al deudor no es obtener el reembolso de la deuda sacando un beneficio, sino la continuación indefinida de la deuda que mantiene al deudor en una subordinación y dependencia permanentes.

Veamos por ejemplo Argentina. Hace cosa de una década, el país decidió con ayuda financiera de Venezuela devolver su deuda al FMI antes de tiempo, y la reacción del FMI fue sorprendente. En lugar de alegrarse de recuperar su dinero, el FMI (o más bien, sus altos representantes) expresaron sus preocupaciones acerca de que Argentina utilizara esta nueva libertad e independencia económica respecto a las instituciones financieras internacionales para abandonar las políticas económicas estrictas y se dedicara a gastar sin control.

La deuda es un instrumento para controlar y regular al deudor, y como tal, lucha por expandirse.

La única solución verdadera por lo tanto está clara: Ya que todo el mundo sabe que Grecia jamás va a devolver su deuda, uno tiene que reunir el coraje y perdonar la deuda. Se puede hacer con un coste económico bastante tolerable, con voluntad política. Tales actos son nuestra única esperanza para romper el círculo vicioso de la fría tecnocracia neoliberal de Bruselas y las falsas pasiones contra la inmigración. Si no actuamos, otros como Amanecer Dorado o el UKIP, lo harán.

En sus "Anotaciones Hacia una Definición de la Cultura", el gran conservador T.S.Eliot destacó que hay momentos en los que la única elección está entre la herejía y la no-creencia, es decir, cuando la única manera de mantener viva una religión es que se produzca un quiebre sectario sobre su cuerpo principal. Esta es hoy nuestra posición respecto a Europa: solo una nueva "herejía" (representada en este momento por Syriza), una ruptura del legado de la Unión Europea por parte de Grecia, puede salvar lo que merece la pena ser salvado del legado europeo: Democracia, confianza en la gente, y solidaridad igualitaria.


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